El desarrollo tecnológico ha sido un pilar en la transformación estructural de la medicina contemporánea, permitiendo una atención más precisa, eficiente y segura en todos los niveles del sistema sanitario. Su impacto no se limita a la incorporación de nuevos dispositivos, sino que abarca la reconfiguración de modelos de atención, la optimización de procesos clínicos y la generación de conocimiento médico basado en datos.

La inteligencia artificial ha emergido como una herramienta disruptiva en el ámbito médico, con aplicaciones que abarcan desde el diagnóstico clínico hasta la optimización de flujos hospitalarios. Su evolución se ha visto favorecida por el crecimiento exponencial de los datos clínicos (big data), la mejora de algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) y la capacidad de procesamiento de sistemas computacionales.